Desde la última vez que me senté delante del ordenador,
han pasado cosas por mi cabeza que no se si algún día las contare. Porque son
cosas que ya no tienen importancia en este momento ni en este lugar. No quiero
aburrir con mis tonterías, ralladuras de cabeza ni con mis problemas. No son
tan esenciales, como yo creía con anterioridad. Hay cosas mucho peores (eso me
lo ha dicho mi conciencia que la he descubierto poco a poco) en la vida, como
la pobreza, las guerras, los parricidios, los niños que mueren de hambre, los
desahucios… y tantas cosas, que mis problemas son temas ya banales y que seguro
que no tendrán importancia.
Desde hace algún tiempo, me he plantado cara a mi mismo y
he vuelto a remover un poco dentro de mi (que es un espacio pero que muy grande
como todo ya sabéis) y he dejado que mi mente y corazón se den una pequeña
tregua (aunque mi conciencia esté tan abrumada y me mire muchas veces como el cuadro
de Edvard Munch “El grito”). Es difícil, impensable,
complicado, arduo y sobre todo peliagudo. Ya que uno puede ir a un ritmo y la
otra a lo suyo. Pero lo voy a hacer sea como sea (otra vez no me mires con cara
de pocos amigos conciencia y quítate las gafas de media luna) o mejor dicho, lo
estoy intentando.
Por un lado, concienciándome que no soy el único que
tiene problemas, quehaceres y complicaciones (sigue riéndote conciencia que a
mi no me está haciendo ni pizca de gracias mamona). Ya que hay personas que
están mucho peor que yo. Un claro ejemplo es ver, a la gente sin techo, con el
frio que hace y que tienen que vivir a la intemperie, ahí se me parte el
corazón. O esos niños que ves por la televisión que no tienen nada pero siempre
con una sonrisa en la cara. Pienso en todos ellos (son poco ejemplos pero los
que me han venido ahora mismo) y digo, vamos brabucón, no tires la toalla tan
pronto y mira hacia el horizonte y busca esa luz que antes veías con tanta
claridad.
Lo que ha pasado últimamente, que he hecho reflexiones
conmigo mismo (si, ya lo se ya lo se que contigo he hablado tanto que me te
tengo ya muerto conciencia del diablo) y con gente a la que quiero y que han
estado ahí a mi lado y me han dado ese empujoncito que necesitaba. Aunque
también me he reencontrado con gente que hacía tiempo que no hablaba o veía y
eso incluso me ha sido un viento de aire fresco para mí. Y sobre todo, y ya lo
he comentado en cuantiosas ocasiones, que he conocido a gente maravillosa,
espectacular y que me han dado tanto en tan poco tiempo que ahora mismo forman
parte de mi vida y orgulloso que estoy de todos/as ellos/as (despierta
conciencia y hazme caso y no me babees tanto). Y no sigo por ahí que sino ya
empiezo por lo mismo.
Una cosa que quiero comentar y no he podido o no he
querido, es que ese beso que necesitaba, anhelaba y deseaba, no me lo han dado.
No lo he podido percibir todavía. Y lo sigo buscando y seguro que lo voy a
encontrar tarde o temprano. Pero es que lo necesito. Ese beso que me robaron
fugazmente (deja de dar volteretas como una peonza conciencia maldita) me dio
esa esperanza que se había perdido por un camino tempestuoso, pero que ha
vuelto a desaparecer otra vez poco a poco a ver si consigo que alguien me de
ese beso de verdad. Y me sienta como aquel niño con sus zapatos nuevos y pueda
saborear esa lengua que tanto me gusta, esos labios tan tiernos y sinceros, y
me hagan temblar hasta lo más hondo de mi ser (cierra la boca que sigues
babeando pendeja de conciencia). Ya dije que os comentaría algo, y aquí está. Seguro
que más pronto que tarde tendré esos labios otra vez en los míos.
Nunca podré olvidar
aquellos ojos sin imaginar,
que pronto podre escudriñar
sin que los pueda olvidar.
Nunca pensé tanto en ti
como la última vez en la que te vi,
con esa mirada tan sincera
que espero que haya una tercera.
Nunca tengo la conciencia tranquila
porque siento que te pierdo,
como si fuera un águila
y no un buen recuerdo.
Nunca diré lo que es verdad
aunque fuera por curiosidad,
solo puedo decir de corazón
que serás para mí lo más dulzón.
Para terminar con dulzura
y con buen tesón
os pido perdón
por esta caradura
que seguirá en sus trece
y tendrá un buen empiece.
Vale lo se, no es
una cosa que tenga que pedir perdón (calla vieja incauta y quítate de debajo
del faldón con el brasero, conciencia maldita), siempre cuento lo mismo, pero
es que no puedo hacer otra cosa, soy así y no puedo cambiar. Y otra cosa un día
os presentare a mi conciencia (para por dios, deja de dar saltitos como una
loca conciencia traviesa). Yo creo que os va a caer muy bien, pero alguna veces
no tiene ni pizca de gracia y me juega muy malas pasadas (vale vale, perdona
jolín y no estés en ese rincón que me pongo triste conciencia), pero la quiero
tal y como es, ya que es parte de mí. Os gustará. Hasta más ver.
Javier Tiene
Sueño
17/01/2013